el bueno y el malo

sábado, febrero 25, 2006

10 de hombres

Hoy, vago que es uno, se me ocurre relacionar esta breve lista, aunque ya con el primer elemento dudo (¿ese era de verdad el título?).
Querido público, excusad mi holgazanería.
Posdata (o predata): caigo en la cuenta, no sin asombro, que en mis dos lúcidas intervenciones (ésta y la anterior) el protagonismo ha recaído, recae, en el hombre (y en la mujer). Tendré que variar los temas, no vaya a cansarme de mí, problema de difícil solución para un perezoso.
Un clásico de terror: El hombre lobo
Otro: El hombre invisible
El desigual combate araña - hombre: El increíble hombre menguante
De Alfred: El hombre que sabía demasiado
Corman: El hombre que tenía rayos X en los ojos
Sinatra: El hombre del brazo de oro
Para la eternidad: El hombre tranquilo
Ford, Ford, Ford, segunda de Stewart, segunda de Duke, el outsider: El hombre que mató a Liberty Balance
Y van tres de Stewart: El hombre de Laramie
¡Qué presentación la de Welles!, segunda vez que se menciona a Orson: El tercer hombre

jueves, febrero 23, 2006

El espejo

Sentado frente al alegórico espejo, leo la cosmogonía cristiana.
Y me percato de que somos hijos de la nada y del ave, que por capricho de nuestro idioma han mudado sus sexos. ¡Qué lío!
¿Habrá un significado oculto en todo esto? El espejo me responde que debe haberlo, puesto que estamos leyendo el libro de los símbolos, donde, en el fondo, nada es lo que parece o todo es mucho más de lo que en primer término pudiera pensarse.
Como estoy abotargado me es difícil hacer un análisis, llamemos autópsico, de la cuestión. Me refiero a nuestros padres.
Si nuestro padre no es nada, somos hijos únicamente de nuestras madres. Son ellas las que, por lo que sugiere el Libro, nos dan la libertad, que es lo mismo que hacernos humanos (¿no era la libertad aquello que merecía tanto, según Quijano?).
¿O se nos estará diciendo que somos el resultado de lo celestial, metafóricamente expresado en el ave y de lo primigenio, representado en el agua y por extensión en la palabra nada? Es decir, usando un lenguaje que hemos visto a muchos indígenas en inolvidables western, que somos hijos del "ave nada"; y, por tanto, habitamos la tierra, lo mundano, a medio camino entre el principio acuático y la meta utópica. Ay Espejo! De nuevo el tres. Este número debe también encerrar infinitos misterios. ¿Acaso no he leído en numerosas ocasiones como la vida del hombre se escenifica en tres etapas? Y, ahora, sin buscarlo siquiera, me encuentro que también el origen y fin del hombre está recogido en aquellas lejanas palabras que definen tres etapas. Ay Dante! No sólo eras un político.
Aunque también cabría suponer lo siguiente. Al igual que en las monedas observamos indefectiblemente una cara y una cruz, un anverso y un reverso, y de la misma manera que el sentido del fotográfico negativo es ser positivado; nuestro padre, el nada, tuvo como objetivo producir el todo, es decir, a nosotros. ¿Y nuestra madre? Pues no hacía nada de nada. Era una avecilla que iba de flor en flor mientras nuestro pobre progenitor se las apañaba él solito.
Observo que el espejo me sonríe y prefiero dejar estas extraordinarias reflexiones y continuar la lectura.
Pero, sí, nuestros padres fueron nadA y avE.
Perdonad. El bueno y el malo.