el bueno y el malo

sábado, marzo 18, 2006

10 de LPs

Hoy también me encuentro perezoso y toca otro top 10. Esta vez discográfico. Ya hice uno de cine y, claro, ir al cine, escuchar música y leer ¿No figuran estos hobbies tan singulares en cualquier currículo que se precie? Que, digo yo, ¿le puede interesar a alguien conocer tus aficiones? Y, si es así, ¿por qué?
En cualquier caso, al mencionar aquéllos tres nuestro carácter gana muchos enteros, debemos ser personas de fuerte y trabajada personalidad. Y es que pareciera que tanto lo uno, como lo otro, como lo demás fuera de esforzado alcance y no impuestas artes que ciertamente quiebran el que debiera ser silente transcurrir.
Pero, también quiero subirme a este tranvía, y veo, escucho, leo como el que más.
Y tocan discos, así que mencionaré antiguallas, porque a cultivado solo me gana el calabacín.
Pet Sounds (Beach Boys)
After-math (Rolling Stones)
First LP/Fun House (Stooges)
Banana (Velvet Underground)
Love (Love)
Sister Lovers (Big Star)
Axis: Bold as Love (Jimi Hendrix Experience)
And don´t the kids just love it (Television Personalities)
Third LP (Traffic Sound)
Sell Out (Who)
Y acabo con un undécimo. Un recopilatorio de Yardbirds. Merece la pena pararse en los guitarrazos de Beck y compañía

jueves, marzo 16, 2006

La razón y la tribu

Me prestan una hagiográfico book. Me lo prestan, que hasta ahora no gasto dinero en esa literatura, cuestión de gustos nada más.
Leo con un asombro asombroso las mortificaciones a las que se sometieron en los primeros tiempos, que parece que fueran buscando-gustando de mutilaciones para alcanzar el sacro estado (mamá, córteme la lengua, por favor, que quiero ser artis.. digo santa). Una extracción de ojos, lapidaciones, ensartados varios, crucifixiones, ... todo vale.
Eran unos brutos, pensaba hace escasamente un instante. El espejo me sonríe.
Como no puede ser de otra manera, tanta víscera revuelta y humeantes charcos de sangre me hacen recordar al maestro del gore y de la villanía (y de otras cosas mucho más nobles, todo sea dicho). Y recuerdo mucho de él y de su Tito Andrónico y el pastel de carne y la violación-mutilación.
Pero es que eran unos brutos. El espejo vuelve a sonreírme, y ahora adivino su sarcasmo. ¿Por qué?, espejito, espejito mágico.
Correcta tu conexión pero en modo alguno la temporización, me responde.
Y, una vez más, me tengo que plegar a su criterio. En efecto, el pasado estaba de más. El tiempo presente hubiera hecho mayor justicia a la frase. Como pretendo la eternidad para este texto no recurriré a cuestiones pasajeras que hoy en día nos azotan, ya sea o no Mahoma, o el mismo Jesús, o lo catalán o lo vasco o lo español o el Madrid o el Betis para los sevillanos o el Sevilla para los de nuevo sevillanos. No recurriré a nada. Entiendo que está claro. Qué caro es ser o no ser, pensar o no pensar algo sobre algo. Qué afán en ese caso, y ese caso siempre está ahí, de eliminar, desintegrar, machacar, no dejar rastro (también Roma, a la que tanto debemos, sembró de sal la antigua Cartago para que no creciese nada sobre sus abrasadas ruinas).
Y tal como dice el espejo, es correcta la conexión. La defensa de las ideas o de la propia y genuina existencia sin más atributos que el lugar de nacimiento, género, etc... no es únicamente germen de asesinas disputas, sino, lo que es mucho más peligroso y duradero, de frías o muy calientes venganzas. Y no sólo de parte del agraviado, al contrario, siempre es mayor y de menor sentido la venganza del que agravia (recordemos Roma y la sal).
¿Y es posible un mundo como imaginaba el que Chapman asesinó? El espejo se vuelve ahora inexpresivo, el muy bribón. ¿Sin patria ni bandera ni rey? Esa posibilidad, oh! inhumano mundo (y, por tanto, tan humano) no es tal. Al menos, eso es lo que dice la evolución de nuestra especie, la antropología, la etnografía, la historia, el presente.
Somos más humanos, dicen ahora, por pertenecer a una tribu, por inventar (o no) dioses, por pensar en y encontrar símbolos que por construir.
Y en este mundo otrora sin cables y ahora cableado pero sin cables participa de aquellas primigenias tribus. Y las sigue inventando: tribus y más tribus. Y la inmensa e irónica paradoja de la intercomunicación flota en el espacio. Y las tribus por debajo, a codazos.

miércoles, marzo 15, 2006

Nada

De nuevo, el espejo.
Pero esta vez es de la felicidad de lo que vengo a disertar. De la momentánea felicidad, ¿acaso existe otra?
No sé dónde leí que el ser humano define sus estados por comparación; de forma que no puede ser constantemente feliz al igual que tampoco puede ser desgraciado de manera continúa. La frase es interesante y sesuda, pero yo he conocido a muchos infelices como para creerme semejantes patrañas. De hecho, es poco lo que me creo, ya aparezca en un libro, o en la omnipresente tele, o en internet, o en la imparcial prensa. Soy un descreído, cosa nada buena, por otra parte.
Por cierto, me dice el espejo que el pobre infeliz siempre ha pasado por encontrarse en un alelado estado de felicidad. Feliz e infeliz es lo mismo, me insiste el espejo y se ríe. De nuevo le vuelvo la cara, porque no me deja pensar con la claridad que, estimado público, os merecéis.
Pero yo estaba con mi momento de felicidad instantánea. Y es que en las últimas semanas varias circunstancias han facilitado dichos momentos. El bendito azar ha sido el causante de los más, también ha habido un premio imprevisto, un par de motivos familiares que se han resuelto como deseaba, algunas extraordinarias y extraordinarias perlas que de higos a brevas nos concede la literatura y sólo la literatura; y, para acabar, este heraldo de primavera que se nos ha ofrecido. Es decir, que el azar realmente ha intervenido en todo de manera fundamental.
Digo instantánea felicidad y miento. Hago lo que puedo (y lo consigo) por estirar o alargar ese instante de completo (perdónenme la frasecita) orden cósmico. Un orden perfecto entre tu ser, tu situación en el mundo, el mundo, el macroespacio y el microespacio que te rodea. Quien en esos instantes no esté en ideal relación con la naturaleza es que miente como el bellaco que es. Por supuesto que de tanto estiramiento y alargamiento al final deformo la realidad que fue, el instante perfecto pretérito. ¿Y qué? De esa manera construyo una realidad que ahora mismo es y es tan real como aquello otro que fue. Además, me caen ciertamente mal los abanderados de la verdad y de la realidad (creo que Dickens les dedicó un libro atroz, si recuerdo bien el título era “Tiempos difíciles”). Siempre he sentido mucho más afecto por aquella frase “miénteme, dime que me quieres”. La verdad y la realidad pareja no son, por sí mismas, objetivo ni meta de nada. Todo lo contrario diría yo, hay que huir de ellas.
Andaba esta tarde con mi felicidad estirada como un chicle. Me veo envuelto en una trifulca de esas de bocinas y bocineros que tanto inundan nuestras ciudades. Y, ni corto ni perezoso, me uno al circo de bocinas. Llego a casa (también tengo casa) y, ni corto ni perezoso, me peleo con el televisor por no sólo la política nacional, sino también la internacional. Le escupo mis argumentos a mi impertérrito interlocutor (y es que la política es una de mis infinitas debilidades). La sangre ya me hierve.
Mi siento delante de este pecé porque observo con orgullo que he vencido al televisor. Y, de pronto, recuerdo que llevo un chicle en el bolsillo. Tiro de él y, como si fuera bolsillo de mago, comienzan a salir todos los chicles que llevaba. Revivo (¡qué hermosa palabra!) todos esos instantes nada lejanos por otra parte. Me olvido de los claxon, de la política y, ¡qué maravilla!, me sereno hasta lo inexpresable.
Sé que esto no tiene ninguna moraleja, que habréis quedado a la espera de que narre uno de esos instantes (y, ¡cómo hacerlo!, si algunos son tan tontos y otros tan personales) y que, en definitiva, estaréis lamentando haber gastado tiempo en leer estos disparates. Si es así, creedme que lo siento. Hasta el espejo está algo desilusionado.